Las semillas de girasol se han convertido en un popular snack por su contenido nutricional. Ahora se encuentran en mezclas de frutos secos, en panes multigranos y como ingrediente de varias recetas. Provienen de las cabezas de las flores, las cuales pueden contener hasta 2.000 semillas (Healthline, 2018).
Son ricas en grasas saludables, vitaminas, minerales y fitonutrientes. Tienen, particularmente, un alto contenido de vitamina E y selenio, lo que refuerza su acción antioxidante (Healthline, 2018). Esto significa que puede ayudar a proteger a las células del daño de los radicales libres y, por consiguiente, de enfermedades crónicas como desórdenes cardíacos, cáncer, Alzhéimer y Parkinson (The Food Tech, 2020).
También aportan fibra, lo que puede ayudar a mejorar la digestión. Y aunque las semillas de girasol son una opción saludable, su consumo se debe limitar a un cuarto de taza por porción, pues son relativamente altas en calorías.
¿Por qué es saludable consumir semillas de girasol?
Contiene grasas saludables
El 90 % de sus grasas son monoinsaturadas y poliinsaturadas, es decir, las que debemos incluir en nuestra alimentación. Su consumo puede reducir los niveles de colesterol LDL (el malo) y el riesgo de enfermedades cardiacas.
Los principales ácidos grasos que contienen son el omega 9 y el omega 6, necesarios para el balance nutricional del cuerpo (The Food Tech, 2020). Los fitonutrientes ayudan a mejorar los niveles de presión arterial, al evitar que los vasos sanguíneos se contraigan (Healthline, 2018).
Apoya la función del sistema inmune
Las altas concentraciones de vitaminas y minerales pueden favorecer la capacidad del sistema inmune para combatir virus. El zinc, por ejemplo, es fundamental para el desarrollo de las células inmunitarias. El selenio, por su lado, resulta útil para combatir la inflamación. Este mineral también puede aumentar el flujo sanguíneo y aportar más oxígeno a su cuerpo (Nourish by WebMD, 2020).
Mejora la apariencia de la piel
La vitamina E es uno de los principales componentes de las semillas de girasol y las grasas insaturadas mejoran su absorción. Su acción antioxidante ayuda a regenerar las células de la piel y a suavizar las arrugas y líneas de expresión. “Una onza (28,3 gr) aporta el 100 % de la Ingesta Diaria Recomendada (IDR) de este micronutriente” (The Food Tech, 2020).
Ayuda a controlar la inflamación
La inflamación leve es una respuesta natural del sistema inmune. Sin embargo, si esta no se controla, se puede convertir en crónica y causar otras enfermedades. Si bien un solo alimento no hace milagros, incluir las semillas de girasol en la alimentación puede contribuir a reducir este factor de riesgo.
Un estudio realizado a 6.000 adultos reportó que aquellos que habían consumido estas semillas por lo menos cinco veces por semana, tenían niveles 32 % más bajos de proteína C reactiva. Esta es la proteína que aumenta sus niveles en respuesta a la inflamación (Healthline, 2018).
¿Cómo incluir las semillas de girasol en la alimentación?
Las encuentras en el mercado con o sin cáscara, tostadas o crudas. Si vienen con cáscara, debes romperla con los dientes y botarla, pues esta no se come. Integrarlas en tu dieta mejorará tu bienestar, así que aquí te comparto algunas ideas.
– Agrégalas a la mezcla de frutos secos.
– Inclúyelas como ingrediente de la granola hecha en casa.
– Úsalas como topping en ensaladas, frutas o parfaits.
– Combinan perfectamente con la ensalada de atún o pollo.
– Acompañan bien los vegetales salteados.
– Muele las semillas y úsalas como cobertura para apanar pescado.
– Agrégalas a muffins, panes o cualquier producto de pastelería.
Como cualquier otro alimento, el balance es la clave para aprovechar sus beneficios. Además, las semillas de girasol son tan fáciles de agregar a las comidas que podrás descubrir nuevos sabores y texturas en tus recetas favoritas.